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domingo, 16 de enero de 2011

El nuevo colegio de monjas


Por la mala fortuna o tal vez todo lo contrario, soy hija de un hombre cuyo trabajo le obliga constantemente a cambiar de residencia, incluso de país. Esto hace que como mucho yo esté en el mismo colegio un solo curso. Hasta ahora, mi educacion se hizo en base a institutrices, pero a mis once años debo ingresar definitivamente en un colegio, libre de los obligados vaivenes de mi progenitor. Y he aqui, en este punto, que por recomendacion de una amistad de mi padre, ya que el curso ya estaba entrado como unos dos meses, fuimos a ver a una monja, de la familia del amigo de mi padre, que se encargaría de solventar todos los problemas que mi tardía incorporación al curso podría traer.
Llegamos a la portería y preguntamos por Sor Ines; una joven y sonriente monja nos acompaña en su busqueda. Subimos por unas amplias escaleras que nos llevan a un ancho pasillo, a cuyos ambos lados se encuentran aulas, muchas aulas, una tras otra. La cuarta quinta por la izquierda, allí está ella, segun nuestra acompañante, encargada de vigiliar a unas recalcitrantes alumnas, castigas en detención*, por algunas faltas cometidas.
Las cinco y media de la tarde, las aulas estan vacías, y el patio tiene bastante animación de niñas jugando, hablando... con sus carteras. Algunas madres han venido a recogerlas, sobre todo a las mas pequeñas. Un silencio casi sepulcral invade el pasillo, solo interrumpidos por el lejano ruido que desde el patio trata de atravesar las ventanas, y nuestras pisadas, sobre todo los tacones de mamá.
Llegamos a la puerta de la clase en cuestión y la joven monja llama y abre la puerta, discretamente le hace una señal a una monja que está dentro, sentada en la mesa del profesor, y en voz baja "Sor Ines, le estan buscando". Se levanta y se dirige a quien esté dentro "salgo unos minutos, espero que nadie se mueva; no quiero oir ni una mosca..." y sale a nuestro encuentro, saludando efusivamente a mis padres, dirigiendose cariñosamente a mi, y nos invita a seguirla hasta un despacho, el de la madre Superiora. Llama a la puerta tal y como hizo la joven monja antes, y una voz desde dentro nos dice que pasemos dentro. Nuevos saludos, presentaciones, y la madre Superiora nos invita a tomar asiento en unos sillones y sofa que estan frente a la mesa de su despacho. Las dos monjas informan a mis padres de todo lo que les interesa, mientras mi mente pasea por el contorno de la habitación, por los solitarios y silenciosos pasillos por los que hemos llegado, por el aula del que salió Sor Inés y quien estuviera dentro...
Pronto o tarde, no se cuanto tiempo a pasado, salimos del despacho, despidiendonos de la madre Superiora, y en compañia de Sor Ines volvemos por donde habiamos llegado, de nuevo através del silencio del pasillo que no rompemos, ni siquiera mamá con sus tacones, como si viese frivolo su taconeo. "Antes de acompañarles hasta la puerta, dejenme por favor, echar un vistazo a unas gamberrillas que tengo aqui castigadas" nos dijo Sor Ines. Mi curiosidad me hizo estar alerta y decidí seguir hasta donde pudiera a Sor Inés para poder echar un vistazo al aula, al que mañana mismo podría ir. Me sorprendio que el aula no era muy grande, con tan solo tres o cuatro filas de otros cuatro pupitres cada una, pero no tanto como a una niña que estaba mirando por la ventana. Soprendida trató con rapidez de zafarse pero con una voz menos amigable de la que habia oido de la boca de Sor Inés, esta le ordenó detenerse. Otras tres niñas estaban sentadas, en pupitres separados, con la vista fijada en los libros, seguramente debido a la presencia de su cuidadora. "¿Se puede saber que haces en la ventana? Creo que os advertí de que no os movieraís del pupitre" y le lanzo dos terribles bofetadas en seco, seguidas, vuelta y vuelta de la palma de la mano derecha, una en cada mejilla, a lo que la niña (todas las que estaban dentro del aula tenían entre catorce y quince años) respondió con un grito apagado, y cubriendo su lloroso y sorprendido rostro las manos. "¡Retira inmediatamente las manos de tu cara!" le gritó Sor Inés, a lo que la niña obedeció de inmediato, sin rechistar, reprimiendo su espontaneo gesto de cubrir su cara. Otros dos bofetones, esta vez mas pausados pero igual de soberbios, uno para cada mejilla, que la niña soporta con humillación, viendose observada por inesperados testigos. Asustada salgo del aula, mis padres charlan sobre el colegio y no han prestado atencion a lo que posiblemente hayan odio. Tras de mi, un minuto despues sale Sor Inés, se disculpa "estas gamberras, no se las puede dejar de vigilar un instante..."
El camino hasta la recepcion fue breve; yo seguia absorta del entorno y de lo que habia presenciado. No se me ocurrió pensar en que algo así me podría pasar a mi, ahora que iba a venir a este colegio, con esta monja como profesora... y sin embargo, en tan solo cuatro días supe lo que era una bofetada de Sor Ines. Una vez pasado la sorpresa, el dolor y la humillación (me la dió en clase, delante de todas mis compañeras), pensé en la pobre chica que se habia llevado cuatro, y con mayor intensidad que la que yo obtuve. Nos despedimos y nos dirigimos al coche de papá, cuando mamá recordo que no le habiamos dejado no se que documento. Bajamos mama y yo hasta la porteria de nuevo, y le dijimos a la joven monja que habiamos olvidado darle un documento a Sor Inés. "Está bien yo se lo daré, pero si lo desean, lo pueden hacer ustedes mismas... tal vez la niña, ahora que ya sabe donde está" nos dijo, y mamá asintiendo y pareciendole buena idea me envío de nuevo por los terribles pasillos a ver a la ahora tambien terrible Sor Ines (simpatica y agradable para mis papás). Con paso decidido y no deteniendome tanto en los detalles me dirigí hacia el aula donde se suponía que estaba Sor Inés. Al llegar llamé a la puerta y como nadie contestaba me atrevía a abrirla sin nadie haberme invitado a hacerlo. No habia nadie alli dentro; ni Sor Inés ni las cuatro niñas... bueno si, la niña abofeteada estaba en un rincon, arrodillada y con los brazos en cruz. No se giró a mi entrada pensando de que fuera de nuevo Sor Ines, pero cuando sintió que no era ella se giró y le pregunté por Sor Inés. Aun todavia llorando, me dijo que fuera al despacho de la madre Superiora, allí estaría. Y así hice.
Cerca del despacho, comencé a oir unas voces apagadas, como lamentos y chasquidos; me intrigaron. Al llegar a la puerta determiné que salian de dentro del despacho. Esto me animo al comprobar que habia alguien dentro a abrir la puerta y asi poder entregar el documento a Sor Ines por fin. Y así hice, sin mas dilación tome el pomo de la puerta lo gire y me introduje en la estancia. De nuevo otra gran sorpresa que me dejó petrificada. Las tres niñas que faltaban del aula (detention room) estaban una al lado de otra, apoyados sus codos sobre la mesa del despacho de la madre Superiora, con sus vestidos levantados sobre las arqueadas espaldas, y con sus bragas bajadas, justo al borde de las nalgas en la mas cercana a mi, y por las rodillas a la mas alejada; la del centro, por la mitad de sus muslos. Sor Inés no estaba, era la madre Superiora la que con una larga regla de madera en la mano me miró soprendida. "¿Se puede saber que haces tu aquí? ¿No te han enseñado a llamar a las puertas. Tendremos que enseñarte muchas cosas pequeña". Asustada no conseguía articular palabra alguna y titubeante le entregue el documento a la monja, que lo tomó, y en un simple vistazo reconoció, alegrandose de que el descuido se habia solucionado con prontitud. "Está bien pequeña -me dijo mientras me acompañaba de nuevo a la puerta- te veremos mañana por aqui, y no olvides lo que has visto, lo que les pasa a las niñas mal educadas y vagas..." Tal vez esto me dio la excusa de girar mi cabeza y mirar hacia atras, a la mesa donde yacían las tres niñas, con lagrimas en sus ojos, y alguna marca roja sobre sus nalgas que pude divisiar furtivamente. Me sonrió y salí de la estancia, cerrrando la monja la puerta tras de mi. Me detuve, esperé y pronto comence a oir de nuevo esos ruidos, ahora ya identificados como quejidos, gritos y llantos, y los golpes de la madera sobre las nalgas. Tampoco pensé en que tal vez esto me pudiera suceder a mi, ahora que habia ingresado en el colegio. Bueno si, pensé en que habia tratado de decir cuando me dijo que tenían muchas cosas que enseñarme... Y vaya que si, que las aprendí. No tan pronto como mi cuarto dia de clase, pero un par de semanas antes de finalizar el curso, yo misma visité ese despacho. Antes, tuve que estar en el aula (detention room).

1 comentario:

  1. MI PADRASTRO ME DICE MOCOSO MALCRIADO TE ADVERTIR Q NO ME PROVOCARAS MI PADRASTRO ME PONE DE RODILLAS SE PONE A LAVAR LA ROPA CON AGUA Y DETERGENTE Y ME ABOFETEA CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFF

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